Realizando un repaso de aquellos blogs y diarios online especializados en la publicación de noticias de actualidad relacionadas con el marketing digital, una gran parte de ellos se hizo eco el pasado 3 de marzo de la sentencia del Tribunal Supremo que reafirma la posibilidad de adquirir palabras clave de marcas y/o empresas ajenas a la nuestra, con el fin de emplearlas en el desarrollo de campañas de publicidad en buscadores, que en su día dictó la Audiencia Provincial de Alicante.
Este contencioso tiene su origen en una empresa fabricante de zapatos con alzas, comercializados con la denominación comercial ‘masaltos’, que, en su intento de potenciar esta marca en la red, descubrió que esta palabra clave había sido adquirida por una empresa de la competencia para el desarrollo de su publicidad en Google Adwords.
La sentencia del Tribunal Supremo, a grandes rasgos, limita la extensión del derecho de exclusiva de marca, especificando que únicamente se puede hablar de infracción cuando el uso de una marca por una persona o entidad ajena a la misma se hace con ánimo de identificar como propio un producto que no lo es, es decir, siempre y cuando con esta práctica se esté pretendiendo llevar a cabo una suplantación de personalidad.
Más allá de las apreciaciones personales sobre la percepción personal de justicia o la injusticia de esta sentencia que podamos tener a nivel individual, el análisis de sus repercusiones prácticas nos debe servir para realizar una reflexión sobre la infinidad de colores, texturas y matices que es preciso tener en cuenta hoy en día en la ‘paleta de tonalidades’ que caracteriza el marketing digital, tomando conciencia de que nos encontramos ante un ámbito en el que contar con un apoyo experto complementario es esencial para llevar nuestra estrategia de comunicación a buen puerto, o tomando con referencia el título de esta entrada, ‘para conseguir hacer cumbre, y descender posteriormente, con los menores riesgos posibles’.
¿Qué aporta la profesionalización en el ámbito del marketing digital?
En más de una ocasión, numerosas personas y empresas suelen mostrar una clara tendencia a considerar el entorno del marketing digital como un aspecto totalmente accesible y abarcable por la propia entidad bajo el viejo mantra de que gestionar su presencia en internet y Social Media está al alcance de cualquiera, ya que las redes sociales, poco más o menos, son ‘cosa de niños’.
Este error, afortunadamente cada vez menos habitual, pone de manifiesto el desconocimiento de un entorno joven con una gran cantidad de aristas, en el que, continuando con el símil, nos movemos muchas veces sobre ‘nieve virgen’.
Es aquí donde el papel de una entidad especializada en el desarrollo profesionalizado de estrategias de marketing digital supone un apoyo básico para todas aquellas organizaciones que quieran optimizar y exprimir al máximo su inversión en la web 2.0, dada su capacidad para establecer un plan de actuación en el que estemos seguros de que ningún cabo se queda suelto.
Pero además de las posibilidades que nos ofrecen estas entidades en términos de ‘conocimiento del terreno’, en cuanto a su experiencia sobre aquellos elementos creativos y técnicos con mayores expectativas de éxito o su dominio del marco legal más adecuado para su desarrollo, la principal ventaja que nos permiten este tipo de entidades radica en su capacidad para establecer y analizar aquellas métricas que permitan la evaluación en tiempo real de la eficacia de cada una de las campañas implementadas, permitiendo ‘volver sobre nuestros pasos’ y mejorar así nuestro ‘itinerario de ascenso’ con el menor coste posible.
Tal y como expresó en su día el alpinista italiano Reinhold Messner, primera persona en coronar las 14 cimas de más de 8.000 metros de altitud del planeta, en referencia a su ascenso al Nanga Parbat, “dijeron que tuve mucha suerte… pero yo no creo en la suerte”.